El riego es uno de los aspectos más importante en el cultivo de cannabis y uno de los que trae más de cabeza a los cultivadores, ya que es fácil pecar de exceso de riego.
La tendencia de los cannabicultores novatos es pensar que cuanta más agua le echamos a nuestra planta, más crecerá, pero a veces no es así. También es muy común pensar que lo mejor es regar las plantas todos los días un poco y nada más lejos de la realidad, ya que de esta manera no dejamos que se oxigene el sustrato, lo que hace que las raíces no tengan un correcto desarrollo.
En el caso de las plantas de cannabis es mucho más efectivo regar abundantemente cada tres o cuatro días y no hacerlo de una sola vez, si vamos a echarle por ejemplo ½ litro de agua a una planta, no conviene echársela toda de golpe, ya que si lo hacemos así es probable que el agua corra por las rendijas y salga por abajo sin empapar el sustrato, es mejor empapar el sustrato con varios riegos, dejando unos minutos entre cada riego para que el sustrato se empape con la máxima cantidad de agua.
Otro aspecto muy importante es la cantidad de agua que necesita cada planta, esto viene determinado por varios factores: el tamaño de la planta, el tamaño del contenedor, el tipo de sustrato y por la temperatura ambiental (que afecta a la transpiración y a la evaporación), todos estos factores combinados son los que determinan el agua que necesita cada planta.
Tabla de contenidos
Tamaño de la planta
El tamaño de la planta influye directamente en su consumo de agua, ya que una planta pequeña consume poca agua, y una planta grande consume un volumen considerable de agua y conviene adaptar el riego al tamaño cada planta.
Volumen del contenedor
En cuanto al volumen del contenedor, puede ser engañoso, ya que en un contenedor grande cabe mucha agua, pero si la planta es pequeña, no conviene regar demasiado, por eso conviene que el tamaño de la planta sea acorde al tamaño de la maceta.
Tipo de sustrato
La capacidad de retención de agua del sustrato que elijas para tu cultivo es muy importante, ya que no es igual cultivar en lana de roca, que es un sustrato muy poroso y se seca rápidamente, que cultivar en fibra de coco, que es menos poroso, retiene mucha agua y necesitará menos riegos. Lo ideal es tener un sustrato con buena aireación, que retenga la humedad, para ello se suelen preparan mezclas de turba con perlita y fibra de coco, este tipo de mezclas tienen buena aireación y además retiene bien el líquido.
Temperatura ambiental
Otro factor que influye directamente en la cantidad de agua que consume la planta es, sin lugar a dudas, la temperatura. Con el aumento del calor, también aumenta la transpiración de la planta y la evaporación del agua que contiene el sustrato, sin contar que también disminuye la humedad ambiental, que aumenta la transpiración. Por el contrario cuando disminuye la temperatura, también disminuyen las necesidades de agua de la planta.
Consejos para el riego ¿Cómo y cuándo regar?
Lo primero es tener a tener en cuenta es que cada planta tiene sus propias necesidades hídricas, no es conveniente tratar a todas las plantas de tu cultivo por igual, la mejor forma de darte cuenta de si tus plantas necesitan ser regadas es levantar la maceta y comprobar su peso, si está muy pesada lo mejor es no regarla, ya que lo normal es que todavía tenga agua, cuando la maceta está ligera, es el momento de regar, ya que esto nos indica que ha consumido el agua y es momento de regar. De esta manera favorecemos el desarrollo radicular y en consecuencia el desarrollo de la planta.
Como ya hemos comentado antes, no conviene echar toda el agua de golpe, es mejor hacerlo en dos o tres veces para que se absorba mejor, en el momento en que sale el agua por la parte inferior de la maceta, dejamos de regar y vaciamos el agua sobrante del plato o de la bandeja, para evitar que esta se estanque y haya problemas con alguna plaga.
Hay que tener muy en cuenta los cambios de tiempo, cuando llueve muchos días seguidos, cuando hace mucho calor, cuando hay un cambio brusco, etcétera, debemos estar atentos y actuar en consecuencia, aumentando o disminuyendo la cantidad de agua y los días semanales de riego.
Ten en cuenta que es mucho más sencillo solucionar una carencia de agua, que un exceso, en cuyo caso es más costoso que las plantas se recuperen, estate atento a estos consejos y no tendrás problemas para ser un experto en el riego.